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Columnas

Profundas fracturas sociales ponen a las personas y al planeta en riesgo de colisión

Honduras un país altamente vulnerable es impactado desproporcionalmente por choques climáticos o producidos por el hombre, como la COVID-19.
15 Dec 2020. 02:02 PM

Tegucigalpa, 15 de diciembre de 2020. La pandemia de la COVID-19 constituye la crisis más reciente que ha enfrentado el mundo, pero no será la última a menos que los humanos moderemos las presiones que ejercemos sobre el planeta. Así lo señala el recién publicado informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que incluye un nuevo índice experimental sobre progreso humano en el que se integran las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países (una medida de la extracción de materias primas en el mundo para cubrir la demanda nacional).

El Informe presenta a los líderes una cruda realidad: o toman medidas contundentes para reducir la inmensa presión que estamos ejerciendo sobre el medio ambiente y el mundo natural, o el progreso de la humanidad se detendrá. Más apremiante es para los países, como Honduras, cuya vulnerabilidad ante choques externos es muy elevada, pero contribuyen solo con 0.1% de emisiones de gases de efecto invernadero.

“El poder que ejercemos los humanos sobre el planeta no tiene precedentes. Frente a la COVID-19, temperaturas que rompen registros históricos, y una desigualdad que se reproduce, ha llegado la hora de utilizar ese poder para redefinir lo que entendemos como progreso, de manera que nuestras huellas de carbono y de consumo dejen de permanecer ocultas”, dice Achim Steiner, Administrador del PNUD.

“Tal y como revela este Informe, ningún país en todo el mundo ha logrado alcanzar un desarrollo humano muy alto sin ejercer una presión desestabilizadora sobre el planeta. Sin embargo, podemos ser la primera generación en corregir el rumbo. Esa es la próxima frontera del desarrollo humano”, añade el Administrador.

El Informe considera que las personas y el planeta estamos entrando en una era geológica completamente nueva, el Antropoceno o era de los seres humanos. En este contexto, los autores afirman, ha llegado la hora de que todos los países, ricos y pobres, rediseñen sus trayectorias de progreso asumiendo de manera plena, el estrés que estamos ejerciendo sobre la Tierra, y se modifiquen los enormes desequilibrios de poder y de oportunidades que impiden el cambio.

La edición del 30 aniversario del Informe sobre Desarrollo Humano, “La próxima frontera: desarrollo humano y el Antropoceno”, introduce una variante experimental del Índice de Desarrollo Humano (IDH).

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Al ajustar el IDH, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de los países, para incorporar otros dos elementos — las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países— el nuevo índice ilustra la transformación que podría darse en el ámbito del desarrollo si tanto el bienestar de las personas como la integridad del planeta fueran considerados de manera conjunta como piedras angulares de la definición de progreso humano.

El Índice de Desarrollo Humano ajustado por presiones planetarias saca a la luz un nuevo panorama mundial con una perspectiva menos idílica y más sincera sobre el progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonan el grupo de desarrollo humano muy alto, como reflejo de su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material. Mientras que Honduras, con IDH de valor de 0.634, solo presenta una diferencia al alza (de 2.1%) entre el índice de desarrollo humano y el índice ajustado por presiones planetarias, manteniendo su categorización de país medio. Por su parte el Índice de Desarrollo Humano ajustado por presiones planetarias evidencia que cuando hay acciones a favor de la acción climática los ascensos en el índice son notables. “En la región de Centroamérica, países como Costa Rica y Panamá suben, al menos 30 puestos, debido a sus acciones favorables en materia climática y por ende impactando en la medición sustantiva de desarrollo. Para Honduras, estando en un momento de reconstrucción, tras el paso de las tormentas tropicales, ahora, más que nunca es necesario generar las acciones, los planes, compromisos y acuerdos participativos que consideren la actual era en la que estamos, así como las interconexiones con las decisiones globales que tienen un impacto a nivel local” agregó el Representante Residente del PNUD en Honduras, Richard Barathe.

Según el Informe, la próxima frontera del desarrollo humano exigirá trabajar con —y no contra— la naturaleza, al mismo tiempo que transformamos las normas sociales, los valores y los incentivos gubernamentales y financieros.

Por ejemplo, nuevas estimaciones prevén que en el año 2100 los países más pobres del mundo podrían experimentar hasta 100 días anuales más de clima extremo debido al cambio climático, cifra que podría rebajarse a la mitad de implementarse plenamente el Acuerdo de París. Para el caso de Honduras, un país con alta vulnerabilidad climática se podría manifestar en inundaciones y sequías.

La manera en la que las presiones que se ejercen sobre el planeta impactan y condicionan la vida de las personas está ligada al funcionamiento de las sociedades, según Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD. Y en este momento, profundas fracturas sociales están poniendo a las personas y al planeta en riesgo de colisión.

El Informe muestra que las desigualdades entre países y dentro de ellos derivan en que las personas que más tienen capturan los beneficios de la naturaleza y exportan los costos. Esto ahoga las oportunidades para las personas que tienen menos y limita drásticamente su capacidad de actuar ante esta situación.

Según el Informe, para aliviar las presiones planetarias de forma que todas las personas puedan prosperar en esta nueva era, es preciso desmantelar los enormes desequilibrios de poder y de oportunidades —que obstaculizan las transformaciones necesarias.

El Informe añade que estas desigualdades podrían abordarse con actuaciones desde el sector público, y ofrece ejemplos que van desde la aplicación de regímenes fiscales más progresivos hasta la protección de las comunidades costeras a través de mecanismos de inversión preventiva, entre otros, que podrían llegar a proteger a 840 millones de habitantes en las regiones costeras de todo el mundo. Sin embargo, es preciso que los esfuerzos se realicen de manera concertada a fin de garantizar que las medidas que se tomen no contribuyan aún más al enfrentamiento de las personas con el planeta.

“La próxima frontera del desarrollo humano no debe entenderse como un dilema entre personas y el medioambiente, sino que se trata de reconocer que, hoy, el progreso humano sostenido por un crecimiento desigual y basado en el carbono es un ciclo completamente agotado”, dice Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.

Y añade: “Si abordamos la desigualdad, sacamos el máximo provecho a las innovaciones, y trabajamos con la naturaleza, el desarrollo humano puede dar un paso transformativo que ayude tanto a las personas como al planeta”. Por su parte, Richard Barathe, agregó “en estas líneas, desde el PNUD estamos apoyando al Gobierno de Honduras, al sector privado y comunidades, con un portafolio amplio de programas y proyectos para cumplir los compromisos nacionales en materia climática, de sostenibilidad y medios de vida”

Finalmente, cade agregar que, en el marco del Bicentenario de la Independencia de Honduras, el PNUD publicará el Informe de Desarrollo Humano para el país, en donde se analizará y propondrá recomendaciones en materia de políticas públicas frente a choques climáticos y las crisis producidas por los seres humanos.

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